

Todo lo que quieres saber sobre las bujías de encendido
La severidad de las normas anticontaminantes obliga a los constructores a concebir motores cada vez más limpios. Veamos qué tienen que ver en esto las bujías de encendido.
La importancia de las bujías de encendido
Explotada desde hace más de un siglo en el motor de gasolina, la bujía de encendido ha alcanzado un nivel tecnológico que la coloca, más que nunca, en el centro de las exigencias.
Aunque las cifras del parque automovilístico sitúan a los diésel en la parte alta del podio, las motorizaciones de gasolina no han dicho su última palabra y parece que conocen un despunte de interés. El diésel ya ha comenzado a dar la imagen de una mecánica peligrosa para el entorno y la salud debido a la polución por partículas y óxidos de nitrógeno.
Los constructores no pueden ignorarlo y parecen haberlo entendido, hasta el punto de que el motor de gasolina podría volver a ser la mecánica de referencia. Esta energía vuelve a estar de moda, y los automóviles —no solamente los pequeños— adoptan nuevas generaciones de motores de gasolina principalmente de tipo downsizing.
Nuevas exigencias
Para responder a las últimas normas vigentes, estos “nuevos” motores deben estirar los límites mecánicos de numerosos componentes y solicitarlos hasta el punto de tener que adoptar tecnologías reservadas hasta ahora exclusivamente a la competición.

Este es el caso de las bujías de encendido. Aunque lo más justo es hablar de evolución antes que de revolución, es innegable que este componente principal de la gestión motor ocupa un lugar preponderante.
Para hacer frente a las exigencias de las últimas normas anticontaminantes Euro 6, 6.1 y 6.2, las bujías han tenido que adoptar modificaciones en su concepción, su construcción y en los materiales empleados para fabricarlas.
Además, las condiciones de circulación han evolucionado y lo habitual es realizar pequeños trayectos y atascarnos en embotellamientos (que no gustan a estas mecánicas). Por otro lado, el combustible ha sufrido cambios en su composición y los motores han visto crecer su rendimiento con una mezcla más pobre que antes.
Todo esto no facilita la labor de los proveedores, que deben poner a punto bujías potentes y con una duración en kilometraje considerable.
La respuesta de los fabricantes
En los motores de cilindradas muy pequeñas y frecuentemente sobrealimentados la tecnología obliga a adoptar casi sistemáticamente cuatro válvulas por cilindro, una bujía y un inyector (en el caso frecuente de una inyección directa). Hay, por tanto, menos lugar para la bujía de encendido, que debe sufrir una profunda metamorfosis de sus dimensiones físicas para poderse implantar bien en la culata.

La evolución del emplazamiento de la bujía en la culata es un auténtico desafío técnico impuesto por la hoja de ruta del fabricante, que exige una fiabilidad a toda prueba.
Para hacer frente a estas múltiples exigencias de situación, presión, temperatura, corrosión y tensión, los fabricantes disponen de bujías muy potentes pero cuyas características no permiten alcanzar los kilometrajes esperados en los motores más antiguos. Por estas razones, las bujías están terriblemente solicitadas.
Muy alta tensión
Frente a toda esta problemática, la prioridad de la bujía es poder controlar la alta tensión suministrada por la bobina para difundir la chispa en el corazón de la cámara de combustión. Cuanto mayor sea la presión de compresión (que es la tendencia) y la mezcla de combustible más pobre (que también es la tendencia), mayor debe ser la tensión en la bujía.

Desde este punto de vista, las tensiones de encendido —que no superaban los 20 000 V— pasan ya alegremente de los 30 000 V. Para alcanzar estas tensiones, de las cuales necesita la chispa para formularse, la separación y la forma de los electrodos son decisivas. De esta manera, cuanto mayor es la separación, mayor es la necesidad de tensión de encendido.
Paradójicamente, cuanto más finos son los electrodos, menor es la necesidad de tensión; pero eso conlleva una cierta fragilidad y un mayor desgaste de los mismos.
Los metales preciosos
Por esta razón, los proveedores incorporan sistemáticamente diferentes metales preciosos en su producción. Progresivamente, las bujías se han construido con níquel o platino, hasta adoptar masivamente el iridio, incluso en motorizaciones de gran serie.
La dureza y punto de fusión del iridio responde de forma ideal a las expectativas. De hecho, la adopción de este metal sobre electrodos cada vez más finos permite una propagación más rápida del frente de llama, fenómeno particularmente buscado para obtener una combustión óptima.
La cerámica
Una parte muy importante de la bujía de encendido y que ha tenido también grandes evoluciones es la cerámica (denominada porcelana por los veteranos) y ejerce la función de aislante.
Sirve igualmente de soporte, por el que se disipa la alta temperatura que soportan los electrodos. En los últimos motores, para compensar la reducción importante del diámetro de la bujía, la cerámica tiene una longitud mayor.
La composición de este aislante ha debido reforzarse para contrarrestar las ondas de choque y los fenómenos de vibración crecientes de las mecánicas actuales.
El método
En lo que corresponde a las intervenciones en la bujía de encendido, el reparador debe vigilar numerosos puntos, empezando por la elección del modelo de bujía. Los motores de última generación necesitan bujías específicamente desarrolladas para sus tensiones particulares.

Es importante prestar atención a las tablas de correspondencias. Además, respetar el montaje de origen que es más que nunca un valor seguro y la garantía de un funcionamiento sin sorpresas.
Conviene, igualmente, seguir las indicaciones sobre la periodicidad de sustitución indicada por el fabricante. No olvidemos que un mal encendido puede provocar graves averías en los componentes esenciales de la depolución la sonda lambda y el catalizador de escape.
Te recomendamos seguir las reglas siguientes:
– Intervenir siempre sobre una mecánica fría.
– No desconectar la bujía tirando directamente del cable de alta tensión sino del capuchón.
– Utilizar el utillaje apropiado al modelo de bujía que se va a desmontar.
– Limpiar escrupulosamente el asiento y la rosca de la bujía en la culata.
– No utilizar grasa de montaje que pueda crear una barrera térmica entre la bujía y la culata y roscar siempre la bujía a mano.
– Respetar obligatoriamente el par de apriete prescrito o las reglas del apriete angular.
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